Si un economista no necesita presentación en Cuba es Juan Triana Cordoví, un crack de la materia en la que se ha doctorado y un columnista que se ha vuelto muy popular no solo por lo que dice, sino por cómo lo dice. 

Sus ideas están aptas para estibadores del puerto y graduados de la Complutense, quizás también por cultivar la jocosidad de quien da su reino por un boniato y la perspicacia de quien escribe, Aprobado por omisión para celebrar la disección de tentáculos burocráticos.

Pero puede, al mismo tiempo, ser un politólogo entrevistado por El País sobre las elecciones en Estados Unidos, y un excelente orador en las aulas del Instituto Internacional de Periodismo. Sus conferencias y sus textos debieran ser (si no lo son todavía)  la “base material de estudio” de cualquier cubano que quiera, medianamente, entender el país donde vive. Porque, sobre todas las cosas, Juan Triana es un hombre que “no tiene pelos en la lengua”… ni en la cabeza, agregaría, tal vez, para suavizar las tensiones al resumir un año tan duro. 

De su mano hacemos un bojeo de las circunstancias en las que el emprendimiento despegó (y aterrizó) en el 2021 cubano, con mayores alas, aun cuando en la práctica ciertas dinámicas parezcan tijeras queriéndolas cortar.

Incluso, si se asume el 2020 como antecedente inmediato, pudiera albergarse la triste premonición de que muchas nacieron para morir. Prematuramente.

Con el superlativo de “muy” comienza Triana. “Muy difícil el contexto; el PIB del 2020 decreció mucho, casi un 11 por ciento, y ya había decrecido el año anterior. Eso es lo peor que le puede pasar a las empresas: una economía con bajo dinamismo de crecimiento”.

Con esa piedra en el zapato debían empezar a caminar los pequeños negocios, las mipymes, que necesitarían, en primer lugar, lo que ya no tenían; “una economía dinámica, que le abriera espacios y le permitiera aprovechar oportunidades”. 

Encima, tropezarían con fuertes restricciones externas, que pasan (y pesan) por no poder acceder a la divisa, los dólares y generan, por tanto, restricciones de oferta.

Esto, a juicio del economista, modifica el lugar de las pymes en la economía, pues por lo general se habla de ellas sin entender que no son las mismas en Alemania y en Noruega, que en Latinoamérica, que su inserción en la economía es muy dependiente del sistema empresarial grande de esa economía. “O sea, las grandes empresas constituyen el motor que hala a las mipymes, y la tipología de esa economía determina la tipología de las mipymes que nacen y sobreviven.”

Eso tiene que quedar muy claro, recalca el doctor:

“Si no hay una economía con una presencia en el mercado internacional y muy bien insertada, pues costará mucho trabajo que las pequeñas empresas lo hagan. Y nuestro sistema empresarial tiene debilidades para insertarse en las grandes cadenas de valor, sobre todo, en las más dinámicas”.

Juan Triana, economista

Ni siquiera el mejor ejemplo es el más feliz, pues “nos hemos insertado muy bien en la del Turismo, pero estamos en la parte trasera de esa cadena, somos de los que menos aprovechamos el valor agregado; lo aprovechan más quienes organizan y manejan destinos, viajes, hoteles. En la del Habano y el ron, ahí nuestras empresas están, relativamente, bien insertadas.”

  • emprendimiento 2021

Sin embargo, no pasa igual con el sector biotecnológico que, siendo muy poderoso, considera, está muy manejado y controlado y aún no tiene fuertes alianzas internacionales como para insertarse sólidamente en cadenas de valor.  “Hay espacios que han intentado abrir sus empresarios y ejecutivos, cosas se han hecho con la India, con China… pero ahí es donde menos presencia tenemos de mipymes y también es un sector que se encadena poco con el resto de las sectores de la economía nacional”. 

De ese desafío ya te hablamos aquí en ElTCP.  Dijimos que los encadenamientos son un tren de oportunidades que muchos están dejando pasar.

Otra de las paradojas viene acompañada de un avance significativo: como nunca antes el país ha aprobado normas para darle mayor flexibilidad e independencia al sector empresarial cubano, sobre todo para eliminar viejas normas que trababan la relación entre estatales, empresas extranjeras, sector no estatal…pero, al mismo tiempo, “se han tomado tantas en tan poco tiempo, que han ocurrido dos cosas”, enumera Triana. 

-La primera es que se atropellan, y ese atropello genera muchas veces roce entre ellas mismas.

-La segunda es que han requerido de competencias para las que el sistema institucional cubano no estaba preparado. Las personas aún no han podido asimilar y tener esas competencias. Vas a un banco, por ejemplo, a abrir la cuenta de una mipyme y te encuentras con la buena voluntad y la demora de quien no sabe.

De eso, también, hablamos aquí. Tras una labor de investigación te contamos que el camino de TCP a mipyme no es tan fácil como lo pintan. 

Tales incongruencias no son menores si decimos que las regulaciones están hechas para ambos sectores (estatal y no estatal) y el no estatal, tildado no pocas veces de informal, genera ya alrededor del 33 por ciento del empleo en la Isla. Es un dato con el que, estimaba el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, cerraría el año en Cuba y que permite ver con claridad el impacto de cualquier política que se trace.

Por eso llama la atención entre la coherencia de las medidas y sus propósitos. De ese acápite, lo primero que habría que atender… y cambiar, es el sistema impositivo, que ha tenido y sigue teniendo, un propósito recaudatorio muy fuerte y, por lo tanto, genera menos oportunidades.

“Esa filosofía tiene que cambiar para ambos. El estatal tiene que pagar un 35 por ciento sobre sus ingresos netos, antes de descontar las utilidades y, encima, esa misma empresa tiene que entregar el 50 por ciento de sus utilidades al dueño, en este caso, al Estado. Eso es un problema, ahí se le está haciendo un drenaje importante a las empresas cubanas. Igual sucede con las mipymes, los TCP, los PDL, aunque estos tienen mayores ventajas impositivas”. 

Con semejante “coletilla”, los incentivos que se emplean no son suficientes en diversidad ni en magnitud. Esa es una idea que el experto aterriza en lo local: “no tiene sentido gravar a todas las empresas con el mismo impuesto, porque para algo se han erigido como pequeñas, medianas y grandes”.

Para colmo, semejante igualitarismo económico le deja poco espacio a los gobiernos locales para adecuar su mundo empresarial a las características del municipio. Y en Cuba, admite Triana, hay municipios muy ricos y muy pobres:

“Entonces, un municipio con desventajas que quiere incentivar los pequeños y medianos negocios que generan riquezas, empleos… ¿por qué tiene que imponer el 35 por ciento? Creo que hay que dejarle a los municipios espacios para operar, para que diferentes impuestos incentiven, incluso, producciones de alimentos y exportaciones, por ejemplo”.

Juan Triana

“Habría que darles ventajas a las que son más importantes para nosotros, pero mientras el impuesto se determine centralmente…”. Los puntos suspensivos de Juan Triana Cordoví son elocuentes, dicen tanto como lo que ya han dicho sus palabras.

Es consciente de que quedan, todavía, muchos prejuicios ideo-políticos. Choca con ellos, le cuentan, es testigo: “todavía hay empresarios estatales que dicen que no van  hacer negocios con un TCP o una pequeña empresa, y lo dicen, además, porque ya lo  han sufrido. Cuando tienen relación con un TCP se convierten en sujeto de inspección, pues se sigue creyendo que los negocios privados son medio turbios. Por tanto, los empresarios que se arriesgan a tener esa relación se colocan en una franja gris de excesivos controles”. 

Tales rezagos se hacen acompañar de otras trabas, donde algo tan sencillo como un local donde trabajar resulta casi imposible, aun cuando existan en ese municipio locales abandonados. Pero… casi siempre hay un pero: no hay multa impuesta a quienes permitieron que ese local se deteriorara; ni un gravamen, todavía más alto, a quienes no quieren arrendarlo o entregarlos en licitación; ni hay facultades del gobierno para poder expropiarlos. 

“Tenemos al peor de los casatenientes, organismos que han dejado destruir y se niegan a que un inmueble que genera dinero, sea aprovechado”. 

Juan Triana podría emborronar cientos de cuartillas con tristes ejemplos del 2021 que le nublarían el horizonte al más optimista de nuestros economistas o políticos. A simple vista están, y ni siquiera en las profundidades del océano ha podido escapar  de las metáforas que le dibujan el modelo económico que intenta perfeccionar.

Un día, lo vio buceando. “Debemos seguir moviéndonos hacia un modelo que se parezca menos a un crustáceo y mucho más a un pulpo. Si te fijas en un pulpo, verás que sus brazos son muy flexibles, te va a parecer que hacen lo que les da la gana, pero habría que entender que su cerebro está en todas las partes de su cuerpo, con dos funciones muy claras: sobrevivir y reproducirse. Sus ocho brazos trabajan para eso, parece que están por su cuenta, pero están respondiendo a un único propósito”.