Fabián Menéndez García se vio un día yendo a trabajar para jugar dominó. La sede de su trabajo había entrado en reparación y los días estaban pasando, así sin más, hasta que un día decidió dejarlo y emprender por su cuenta. Antes se había graduado de carpintería en la escuela taller Gaspar Merchor, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Junto a un amigo, que ya no vive en Cuba, fundó su taller en un pequeño espacio y comenzó a hacer sillas y ventanas. Hoy ese taller se llama FAMEGA, cuenta con un local de 500 metros cuadrados y varios trabajadores que han fabricado mobiliarios para bares y restaurantes, y establecido contratos con la cadena Islazul.
En medio de todo hacen también productos para facilitar el cuidado de adultos mayores y mejorar su calidad de vida.
A través de estudios y estadísticas que tenía su padre geriatra, ambos identificaron “la poca disponibilidad de las instituciones del gobierno de las llamadas ayudas técnicas, dígase bastones, andadores, sillas sanitarias, etc.”, cuenta Menéndez García a El TCP.
La solución que encontraron fue empezar a desarrollar todos estos productos con madera, lo cual de por sí supone un reto enorme, debido a que la mayoría de este tipo de dispositivos en el mundo son maleables, ajustables y fáciles de trasladar. Fabián y su padre buscaron, entonces, diseños, medidas e información, para fabricar todo de la manera más ligera y fuerte posible.
Y aunque FAMEGA está hoy conversando con hogares de ancianos y religiosos para acercar estas ayudas técnicas, y existen muchos interesados, entre ellos un proyecto de la Cooperación Europea, las trabas no están lejos.
Según el trabajador por cuenta propia Menéndez García persisten problemas para encontrar los mecanismos de pago:
“Eso se hace engorroso. Una de las primeras trabas aparece cuando los posibles clientes nos dicen: ´sí ¿y cómo yo les pago? ¿cómo ustedes me facturan?` Hay mucho temor todavía. La gente no está bien decidida”.
De igual modo, el precio de sus productos se ve encarecido, pues todas las materias primas que utilizan son importadas. Hay instituciones, empresas y clientes que se han retractado por la imposibilidad de pagar el monto actual.
FAMEGA, ubicado en Luyanó, ha intentado emplear madera nacional, pero “son tantos los inconvenientes que por 200 más la compro importada, que es madera seca, estable y lista para elaborar. La madera que nos dan es verde, tenemos que ponerla a secar nosotros, ir hasta la península de Guanahacabibes a buscarla y pagarla en MLC. A veces no me dejan ni seleccionarla, me mandan un camión pa acá y no sé qué madera es la que hay”, explica.
Dueño de su taller desde los 27 años, ahora está esperando a que “la Ley esté un poco más madura, y estemos más claro de lo que queremos” para dar el paso y convertirse en mipyme.
Mientras… en otro punto de la ciudad
Lo que empezó con un carro roto, terminará siendo uno de los proyectos de desarrollo local más ambiciosos de La Habana. Parecería una profecía, pero no lo es. En proceso de transformar un parque para los skaters cubanos, Frank Carlos Porras es, desde el pasado 27 de diciembre, el coordinador del proyecto Entimbalao.
Con acciones previstas para un periodo de 10 años, el proyecto trabajará en cinco esferas (transporte, cultura, deporte, alimentación y construcción) con el objetivo de generar calidad de vida y favorecer al municipio Plaza de la Revolución y, en específico, a la comunidad de la Timba.
Desde hace un tiempo Entimbalao, un taller automotriz legalizado como trabajador por cuenta propia, patrocinaba el Club VOLKSWAGEN Escarabajos de La Habana, un proyecto enmarcado dentro de un grupo del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) provincial para fomentar la recreación sana en los amantes del mundo automovilístico.
La experiencia y “las ganas de comerse el mundo” de Frank le han permitido soñar y hacer. De entrada, la dirección de Comunales del municipio le ha cedido al Proyecto, en términos de guardia y custodia, el conocido como el parque de las patinetas, ubicado en 31, entre Paseo y 2. El objetivo es crear “un espacio de entrenamiento para futuros skaters que puedan llegar a representar a Cuba, incluso en una modalidad olímpica. Se trata de un deporte que tiene muchos seguidores y cuenta con una tradición que data en nuestro país de 15 años”, cuenta Carlos Porras a El TCP.
Para ello, han creado una alianza con el Inder, que facilitará profesores, metodología, asesoramiento y las vías para que no sea solo un proyecto local, si no que pueda tener una repercusión mayor.
En estos momentos el parque, aunque se mantiene abierto, se encuentra en construcción, incluso con la participación de los propios skaters.
“Es algo que se diferencia mucho de lo que ocurría en años anteriores. Cuando la dirección de Comunales hacía una inversión para su mantenimiento, al poco tiempo se veía el deterioro de la instalación, pues había una ruptura. Hoy ellos se sienten protagonistas y las cosas se modifican en función de sus necesidades, pista, obstáculos, etc.”.
Carlos Porras también sueña con la posibilidad de que el taller Entimbalao funcione como un aula teórico- práctica en una de las áreas que le sean otorgadas al proyecto para dar clases a jóvenes de la comunidad. En la esfera de la construcción, su objetivo es funcionar como coordinador de todo el potencial de albañiles y carpinteros que vive alrededor.
A largo plazo, perfila también pequeños proyectos de alimentación. Por ejemplo, colocar “dispensadores de alimentos y carritos de comida distribuidos en la comunidad, pero que funcionen centralizados desde un centro de elaboración que les garantice los suministros”, cuenta este soñador que un día, cuando se le rompió su auto, pidió un crédito al banco para fundar su taller.
No quedan dudas de que Entimbalao dará mucho de qué hablar este año.
Educa y Salva: el bienestar animal
El año pasado en Cuba fue noticia la aprobación del decreto- ley de Bienestar Animal. Hace unas semanas, en el municipio Plaza de la Revolución, se aprobó el primer proyecto sobre este tema y Yanelys Cabrera fue la persona detrás de la idea de concientizar a niños y jóvenes en este cuidado.
Educa y Salva se hace sustentable gracias a expoventas y donaciones, donde participan, ahora mismo, más de 15 emprendimientos que ceden al proyecto de desarrollo local un por ciento de sus ventas, según acuerden.
Estos fondos -explica Cabrera- se destinan a diferentes tipos de ayuda. Por ejemplo, apoyo a cirugías, transporte, refugios y, sobre todo, ayuda a los grupos de protección animal.
Pronto contarán con un local, en el cual realizarán “actividades con los niños los fines de semana donde participarán los grupos de protección animal haciendo ferias de adopciones y desparacitaciones de los animalitos, entre otras”.
“También podremos hacer recaudaciones, el grupo es como un centro que apoye a otros. No todo es dinero, hay muchas vías”, añade.
Aunque el proyecto está circunscrito a la comunidad ubicada en Panorama, entre San Pedro y Lombillo, en Nuevo Vedado, si existen casos en otras localidades, que lo ameriten, el proyecto los apoya. Yanelys Cabrera es protectora activa hace más de cinco años y su sueño es que Educa y Salva sirva de guía y ejemplo para otros proyectos similares en el país.
¿Conoces otros proyectos así en Cuba? Pásate por nuestras redes sociales y déjanos saber. Cuando el ingenio por cuenta propia une fuerzas y es apoyado por instituciones, pueden surgir grandes cosas.